Sonreír en momentos difíciles.

Hoy día 10 de octubre, es un día feliz, hoy 10 de octubre nacerá mi sobrina, una nueva princesa en nuestras vidas, una pequeña destinada a iluminar los días y las noches de sus padres y de todos los que ya la queremos… hoy 10 de octubre no puedo parar de llorar.

Y es que, pese a querer a esa pequeña con toda mi alma, y desear que sea un parto de esos que no se olvidan… hoy solo pienso en mi pequeña, en ese horrible parto y en todo lo que el destino nos arrebató. Y entre furtivas escapadas al baño de la oficina, para que nadie vea mis ojos inundados en lágrimas prohibidas, no dejo de pensar que es el primer parto que no me duele, desde que pasó.

Ya no cuestiono por qué ella sí y yo no, quizás porque no quiero ni imaginar que esa pequeña no naciera, quizás porque no les deseo nuestro dolor a esos padres primerizos a los que adoro, quizás porque las heridas empiezan a sanar, aunque nunca, nunca dejen de doler.

Hoy no siento ira, no siento odio, solo dolor y alegría por partes iguales, hoy no salen de mi boca sapos y culebras, solo alguna lagrima en silencio y quizás mis lágrimas no fueran tan amargas si saliera nuestro ansiado arcoíris, pero el destino es caprichoso y despiadadamente cruel.

Sigo siendo una mamá en duelo, con los brazos vacíos y el alma rota, que esta tarde cuando prepare la cesta de bienvenida del nuevo miembro de la familia, con las cosas que Emma ya nunca estrenará, llorará amargamente. Porque no fui capaz de hacerlo antes, y sigo sin estar preparada, pero ya no hay tiempo...

Y sé que esos amantes padres, no entenderán lo difícil que ha sido para mí desprenderme de todas las cosas que compré con tanto amor para mi pequeña, quizás ni siquiera lo valoren, o puede que piensen que soy una agarrada por no comprarle cosas nuevas. Puede que hasta les parezca macabro y no lleguen a utilizar nada.

Y puede que sea mejor, porque no sé cómo reaccionará mi ser al ver a una pequeña que no es Emma con los vestidos que con tanta ilusión elegí para ella. Quizás sea una locura desprenderme de todas sus cosas, desde luego lo más sencillo sería comprarles algo, y dejar pasar el tema. Pero es mi forma de decirle a esa pequeña lo importante que es para mí, y es el regalo que le hace su prima, a la que nunca conocerá.

Y pese a todos los buenos propósitos, pese a sentir que mi alma vacía empieza a sanar, aunque siempre esté rota, la pregunta que ahora, a escasas horas de que nazca, me hago es, ¿Seré capaz de cogerla? ¿Podré abrazarla sin llorar?

Cuando hace tan solo dos meses ...Sacando mi cara más oscura...