viernes, 24 de febrero de 2017

Viernes dando la nota #VDLN: Un grito de esperanza

Después de casi dos meses sin tiempo de publicar el viernes dando la nota vuelvo con un grito de esperanza y es que últimamente necesito pensar en positivo o me voy a volver loca. Os dejo una canción que me ha gustado siempre y que me hace sonreír. 

Diego Torres - Color esperanza. 



Chayanne - Madre Tierra (Oye)

y esta que últimamente no para de cantarla #Gusanito por casa, me da en la nariz que ya se cual va a ser la canción del festival de fin de curso jajaja!







martes, 14 de febrero de 2017

#MiércolesMudo ~ Decorando mi Bujo


Primera imagen que subo del bujo, reconozco que esta idea la cogí de pinterest. pero me parece una frase realmente simbólica. 

Voy un poco lenta comentando, sigo sin Internet en casa y con mucho lío en el trabajo pero prometo ponerme al día en breve! sorry.






Semana 9: La culpa y el miedo

Os pasa alguna vez que ¿tenéis muchos temas en la cabeza pero muy poco tiempo para desarrollarlos? La verdad es que me está costando más de lo que esperaba ponerme en serio con el blog y eso que, en mi lista de propósitos para este año, ocupaba un lugar importante. Y es que, es muy difícil mantener tú día a día, laboral y personal cuando tu cabeza se presta monotemática y bastante paranoica.

He dudado mucho si tratar esta serie de temas en el blog, pero una vez hecho público el embarazo y con la poca información que hay al respecto, aunque sea un tema doloroso y que se va prestar a polémica, hablar de todo lo que conlleva un embarazo tras una pérdida perinatal tanto física como psicológicamente y destapar todos los tabús que se han formado al rededor, me parece realmente importante.

Ya hace unas tres semanas que nos enteramos, tres semanas cargadas de sentimientos encontrados. Y una vez pasado el peligro inicial, si comparo este embarazo con los dos anteriores las diferencias son realmente abismales.

En mi primer embarazo, estaba radiante, pletórica, realmente creía que la gente me lo vislumbraba en la cara con solo mirarme. Se lo contamos a todo el mundo en seguida y lo íbamos predicando a bombo y platillo.

En el segundo, algo más recelosa de mi intimidad, esperamos un poco más para contarlo (días), pero me sentía igual o más radiante e ilusionada que con el anterior. Hicimos una divertida foto de gusanito con un anuncio de desahucio de su cuna y la mandamos a todo el mundo.

A día de hoy con 9 semanas y pico cumplidas, solo el entorno más cercano lo saben. Más que radiante, me siento temerosa y muy muy cauta. No tengo ganas de contarlo, de que me pregunten todo el rato como estoy. Espero las revisiones como agua de mayo, con ansiedad, con desazón, pensando si su corazón seguirá latiendo, si estará bien. Nada de esto me paso por la cabeza en los embarazos anteriores.

Durante meses me he sentido apoyada y arropada en los grupos de duelo gestacional y perinatal. Grupos que no solo considero beneficiosos sino muy necesarios. Pero a día de hoy me siento incapaz siquiera de leerlas, mucho menos de acompañarlas. Y es que lejos de lo que algunos creen, a las madres en duelo no nos consuela conocer nuevos casos, se nos parten el corazón y el alma cada vez que sabemos de un nuevo angelito, por que por desgracia conocemos y compartimos el dolor de esa madre, y nuestra herida se vuelve a abrir y sin querer revives todo otra vez, porque el duelo gestacional y perinatal no se supera, no se pasa página, no se olvida. Y recaes una y otra vez en una espiral de la que, lo siento, pero no se sale.

Y a la falta de ilusión, que no es que no esté ilusionada, sino que el miedo y el dolor tienen más peso y tapan la ilusión, se une el sentimiento de soledad. Sí, me sigo sintiendo arropada por mi comunidad, pero me siento incapaz de hablar con ellas y revivir en estos momentos el miedo abismal que me atrapa y me impide respirar, tampoco soy una feliz madre en dulce espera, por lo que cuando hablo con otras felices madres gestantes, mi pesimismo y prudencia suele molestar.

Si a todo esto le añadís el sentimiento de culpa, culpa por ser incapaz de sentirme como en los anteriores embarazos, por sentir que por mucho que desee este bebe, nada será como si Emma no se hubiera ido. Culpa por sentir que no seré una madre completa para él o ella.

Y aquí surge el siguiente motivo de culpa y esta es de las gordas. Durante casi un año, fui madre de una niña, y mientras la esperaba preparé todo para su llegada. Me ilusioné imaginando muñecas, vestidos, rosa en casa. Pensando en todo lo que compartiríamos, en todo lo que tenía para darle, para enseñarle. En todo lo que aportaría a la familia y sobre todo a su hermano. Tal fue la ilusión y la espera que ahora, cuando pienso en la pequeña #Quisquilla (así la llama su padre)  me sorprendo pensando en femenino, pensando en ella. Pero… ¿Y si no es ella, sino él? Sé que le voy a querer igual, pero ¿cómo voy a cubrir, a calmar todas las expectativas que Emma me género? ¿Podre ser una buena madre para #Quisquilla, con ese vacío?

Sé que no son más que banalidades, tonterías, que se me pasan por la cabeza, para no pensar en lo que realmente me aterra, porque lo único que me importa es que venga sano, y sea feliz. Pero una vez lo tenga en brazos, y hayamos pasado el primer trauma ¿Pensaré igual, si #Quisquilla es un varón? 

martes, 7 de febrero de 2017

#MiércolesMudo ~ Comienza la cuenta atrás... again


Comienza una nueva cuenta atrás que va a ser especialmente difícil para toda la familia, pero estamos muy ilusionados con esta nueva oportunidad que nos da la vida. 





Una nueva etapa

Después de casi mes y medio de silencio, entre las vacaciones de navidad,  problemas con Internet en casa y un largo reposo absoluto con demasiada gente en casa y que me ha tenido fuera de combate, regreso con novedades. Novedades que no pretendía desvelar tan pronto, pero al fin y al cabo, para eso cree el blog en su día.

En diciembre tuvimos un gran susto, tras un retraso importante y tres test negativos, nos dijeron que mis ovarios no estaban funcionando correctamente, barajaron posibles causas, temas hormonales… hasta un posible cáncer de ovarios. Por suerte unos días antes de empezar con las pruebas comencé a sangrar y todo quedó en eso, un gran susto.

En navidades, pasé por una ciática muy fuerte con inyecciones para poder moverme, entre otras cosas. Cuando empezó a retrasarse otra vez, os podéis imaginar el disgusto. Pedí cita con mis médicos y ya iba resignada a toparme con lo peor, cuando #MiMedioMandarino me dijo. “Por lo menos hazte un test, aunque sepamos que va a ser negativo, no te vas a presentar con un -tengo un retraso de dos semanas, no estoy embarazada, pero no me he hecho ni un mísero test-”.

Sin muchas ganas compré por Internet un paquete de 20, que salía bastante económico, porque la situación tenía pinta de repetirse y no me apetecía seguir pagándolos al precio de la farmacia. Llegaron a la mañana siguiente, media hora antes de salir hacia el médico me hice el test, sin muchas ganas. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando dio positivo! Llegamos al médico con el test en la mano y el corazón en un puño.



Si soy sincera, después de desearlo tanto, de buscarlo tanto, pensaba que me sentiría mejor. Pero con todo lo que hemos pasado, lo primero que me vino a la cabeza fue que hay tipos de cáncer que también dan positivo en el test, o ¿y si era extrauterino?, o si  la bolsa estaba vacía. Me repetí hasta dos veces más el test, para ver si seguía dando positivo, hasta que nos vio la ginecóloga ese viernes y nos dijo que estaba todo bien…

Pero ese domingo empecé a manchar rojo sangre. Corrimos a urgencias y allí nos dijeron que estaba completamente desprendido, tenía un hematoma con muchísima sangre alrededor, era cuestión de horas que lo perdiera, me mandaron progesterona cada ocho horas y reposo absoluto y que si empezaba a sangrar fuerte volviéramos corriendo. Casi no nos habíamos hecho a la idea de que estaba aquí y ya íbamos a perderle. #MiMedioMandarino solo me decía “tu tranquila, es de mi familia, somos fuertes, verás cómo sale adelante. Y si al final no puede ser, piensa que al menos ahora sabemos que puedes volver a quedarte embarazada”.

Yo estaba en shock, me puse la progesterona y me fui a la cama, no quería pensar en nada, solo dormir, pero cada vez que me dormía empezaban las pesadillas. Han sido dos semanas muy largas y duras, pero parece que nuestro pequeño arcoíris ha decidido, por ahora, aferrarse a la vida.

Estoy muy feliz, pero realmente pensaba que tener una nueva vida en mi interior me ayudaría a volver a ilusionarme, a calmar el vacío, el dolor… por ahora no ha sido así, a todos estos sentimientos se le han unido el miedo, la angustia y sobre todo la culpa. Tengo pesadillas cada noche, apenas duermo, me da miedo ilusionarme y volver a pasar por lo mismo. Pero sobre todo siento culpa, culpa por tener una nueva vida en mi interior que ocupará su lugar, que estrenará sus cosas, que la sustituirá. Y seguramente solo sean las hormonas, pero ahora mismo no sé cómo gestionar todo lo que estoy sintiendo.  Tienes que estar contenta, me dicen, sonríe, intento hablarle, ponerle un nombre como hicimos con sus hermanos, pero es como si estuviera bloqueada, como si el miedo a volver a sufrir no me dejara respirar.

Y así pasan los días, ayer cumplimos ocho semanas y nuestro pequeño arcoíris mide ya 12’9mm. Empezamos una nueva etapa familiar, y aunque estamos todos muy contentos, no está siendo fácil (para ninguno), pasar por un nuevo embarazo, diez meses después de haber enterrado a Emma.